lunes, 14 de marzo de 2011

La colaboración que, afortunadamente, nunca existió

Érase una vez una traductora autónoma que, en época navideña, tenía poco trabajo. En una de sus múltiples visitas a los distintos portales de traducción, encontró una oferta cuyos requisitos cumplía: ser hablante nativo de español, tener experiencia en traducción jurídica y estar familiarizado con Trados. Contenta por haber encontrado una oferta que se ajustase a su perfil, nuestra traductora autónoma se dispuso a redactar una buena carta de presentación para enviar el CV a la agencia. Después de escribir (y reescribir) varias veces la carta, por fin dio con el formato y el contenido adecuados.

Pocas horas después, la agencia le agradeció haber enviado el CV y le comentó las tarifas que ofrecían que, para desgracia de nuestra traductora autónoma, eran bastante inferiores a las que había soñado. A pesar de que dichas tarifas le parecían insultantemente bajas, la traductora autónoma pensó y pensó y finalmente decidió hacer la prueba, ya que no había nada mejor en el horizonte y no tenía nada que perder. Gran error.

Días más tarde, cuando recibió su traducción corregida, le recordaron las condiciones de la colaboración y, ¡oh!, por arte de magia las tarifas se habían reducido entre un 40% y un 60%. Nuestra traductora autónoma se enfadó (e indignó) mucho y, lejos de quedarse callada, redactó un correo educado pero firme en el que hacía saber a la agencia que sus tarifas eran claramente abusivas e iban en contra de sus principios profesionales. La agencia en lugar de obviar el asunto y dar la callada por respuesta, fingió no saber de qué le hablaba la traductora autónoma y, con falsa amabilidad, se ofreció a aclarar el malentendido. No obstante, varios correos más tarde y en vista del fracaso de sus explicaciones, la agencia reconoció el engaño y, aunque ofreció mantener la tarifa inicial, la traductora autónoma rechazó toda propuesta.

Y así es como, afortunadamente, esa colaboración nunca existió. Colorín, colorado...

Moraleja: por poco trabajo que haya a la vista, siempre hay algo mejor que hacer que perder el tiempo haciendo pruebas de traducción para este tipo de agencias que creen que los traductores vivimos del aire.

8 comentarios:

  1. El aire nuestro de cada día, chica. Las agencias están últimamente de un rácano... (las españolas, sobre todo).
    :-)

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  2. Bravo, bravo y bravo. Pero lo que tendrías que hace es poner el nombre de la agencia :)

    Jose Luis

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  3. Me parece muy abusivo ofrecer una tarifa y luego reducirla entre un 40% y un 60% tras realizar la prueba (que, incluso, podrían haber utilizado, dado el grado de tacañería de la agencia en cuestión).

    Yo desde luego me enfadaría muchísimo, les llamaría de todo y puede que hasta publicara el nombre en algún foro o blog.

    Como dice el refrán: Lo prometido es deuda.

    Soy flexible con mis tarifas pero recientemente a una cliente que me trató de bajar la tarifa una vez iniciado (y entregado parcialmente) el encargo, le dije:

    "Entiendo que no se pueden modificar las condiciones de un trabajo cuando ya está en marcha (o incluso se ha realizado ya) sino que es algo a acordar siempre ANTES de realizar el encargo o en el momento de realizar el encargo pero nunca DURANTE el encargo o con posterioridad al mismo. Así se evita cualquier tipo de malentendido y es la práctica habitual en cualquier sector acordar los precios antes de la compra y no durante la compra, así lo veo yo que siempre acuerdo los precios antes de comprar."

    Igualmente me molesta cuando me suben el precio cuando ya se había alcanzado un acuerdo (acabo de tener una experiencia muy negativa en este sentido con la reforma de la cocina de mi casa que ha costado finalmente el doble del presupuesto inicial) y yo garantizo a mis clientes (lo pone en la página web) que no les subiré el precio acordado en el presupuesto (y si me equivoco yo en el recuento o en el tiempo me como YO el marrón).

    Creo que es lo justo y me molestaría tanto que me bajaran el precio como proveedor como si me lo subieran como cliente porque es igual de injusto.

    Saludos,

    Leon Hunter

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  4. Sí, yo pienso lo mismo que Anónimo. Si no decís de que agencia se trata realmente no estas ayudando a nadie sino perjudicando a todos quizás.
    Estas en tu perfecto derecho.

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  5. @Darío: tienes razón, aunque debo decir que la agencia de la que hablo no es española, sino argentina.
    @Jose Luis: no creo que poner el nombre de la agencia vaya a solucionar nada, sería una más en la enorme lista de agencias de traducción "low-cost".

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  6. @Leon: ¡gracias por tu reflexión! La prueba en cuestión consistía en traducir un fragmento de un contrato y me consta que a otros traductores les enviaron el mismo texto, así que parece que no se trataba de un encargo real fragmentado. Respecto al refrán, ellos finalmente acabaron reconociendo la bajada de tarifa y ofreciéndome la inicial, pero, qué quieres que te diga, esas tácticas no me inspiraron ningún tipo de confianza y preferí no tener nada que ver con ellos.
    Respecto a lo que comentas sobre la negociación de las tarifas y la emisión de presupuestos en firme, estoy totalmente de acuerdo contigo.

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  7. @Oscar: lo siento, pero no estoy de acuerdo. No creo que por omitir el nombre de una agencia que te informa de sus tarifas antes de que realices un encargo esté perjudicando a nadie. Cada uno es libre de elegir las tarifas que está dispuesto a aceptar y si esta agencia, al igual que otras muchas, ofrece tarifas tan bajas es porque hay quien las acepta...
    Otro caso muy distinto sería si estuviésemos hablando de impago, ya que en esa situación el problema comienza una vez has entregado el trabajo. Ten por seguro que, cuando llegue el momento, escribiré una entrada sobre una empresa cuya práctica habitual es no pagar y entonces sí daré el nombre.

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  8. Me ha encantado, Ele.

    Doy fe de todo lo has comentado, puesto que yo también hice esa prueba de traducción para esa misma agencia. En mi caso, fue más por curiosidad que por otra cosa. Había seguido muy de cerca tu situación y, visto lo visto, quería saber si se trataba de su modus operandi o si empleaban algún tipo de criterio según el perfil del traductor. Sencillamente, era su modus operandi.
    No es sólo que redujeran la tarifa, a ver si colaba. Es que, además, cambiaron hasta la moneda. De los irrisorios X EUROS por palabra ofrecidos inicialmente pasaron a Z DÓLARES, que al cambio no daban ni para un paquete de chicles. Sinceramente, no entiendo cómo no se les cae la cara de vergüenza.

    En mi caso, jamás respondieron. Creo que les debió quedar bien clarito lo que pensaba de sus condiciones.

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